En primer lugar, hemos fabricado, con los diplomas educativos, una Lumpen-intelligencija, un proletariado intelectual sin ninguna consistencia intelectual. Este proletariado del pensamiento se ha mantenido durante mucho tiempo al margen, pero a fuerza de crecer y multiplicarse ha penetrado poco a poco en la escuela, ha superado todos los obstáculos con la “revolución cultural” de 1968 (la nuestra, no la de Mao) y ha encontrado su terreno de cultura ideal en la revolución mediática. Esta revolución es ahora casi completamente tecnológica, de innovación tecnológica. No requiere sabios y no sabe qué hacer con los cerebros pensantes. Los medios de comunicación, y especialmente la televisión, son administrados por la subcultura, por personas sin cultura. Y como las comunicaciones son un formidable instrumento de autopromoción –comunican obsesivamente y sin descanso que tenemos que comunicar- han sido suficientes pocas décadas para crear el “pensamiento insípido”, un clima cultural de confusión mental y crecientes ejércitos de nulos mentales.

Giovanni Sartori, Homo videns

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